Alastair Bonnett nos lleva Fuera del mapa

Los hombres y mujeres de principios del siglo XXI tenemos la idea, casi la certeza, de que el mundo ya ha sido explorado, cartografiado, reconocido en cada palmo de su extensión. Estamos convencidos de que, una vez trazados todos los mapas, fotografiado por satélite cada rincón, la «verdad» geográfica está asentada como algo ya inmutable y definitivo. Si una virtud tiene este libro de Alastair Bonnett es la de hacernos ver que esto no es exactamente así. Otra, no menos destacable, es recordarnos que la geografía puede ser una disciplina apasionante.

¿Qué idea unifica un libro divulgativo que habla de islas desaparecidas, salvajes no contactados, tierras de nadie, áreas de cancaneo y escenarios de la infancia del autor, entre otras muchas cosas? Subyace el concepto de topofilia, prestado del geógrafo Yi-Fu Tuan y que el propio Bonnett nos explica: la topofilia, un vínculo con los sitios, un verdadero «amor al lugar», que tiene que ver con la necesidad de cierto misterio, de dejar cierto margen para la sorpresa. Todo lo contrario del turismo, que encarna para la mayoría de nosotros la única opción de «ver mundo», y al mismo tiempo la mayor amenaza para este mundo que se banaliza y se disneyfica.

globes-1246245_1280

Cualquier lector que tenga un mínimo de curiosidad por su planeta encontrará datos interesantes en todos y cada uno de los capítulos. En mi caso, he acabado leyéndolo con Google Maps delante siempre que he tenido ocasión, con el ánimo de buscar esos puntos en su mayoría desconocidos, muchos de ellos además difíciles de localizar. Ahí radica una de las lecciones y de los atractivos de Fuera del mapa, en el hecho de mostrarnos cómo los mapas pueden resultar inútiles, desfasados, impotentes ante determinadas realidades geográficas. La geografía, por otra parte, se entiende aquí en el sentido amplio que siempre se ha marginado en escuelas e institutos, donde la geografía física ha dejado fuera tradicionalmente a la geografía humana y a otros enfoques.

Uno de los grandes panfletos ateos de la era victoriana se titulaba Hell: Where is it? («El infierno: ¿dónde está?»). Si nos parece una pregunta extraña, es porque se nos ha olvidado que antaño la geografía desempeñaba un rol central tanto en la moralidad como en la religión. El paraíso, el infierno y todos los demás viajes y destinos de salvación y condenación se entendían como lugares permanentes y realidades cartográficas. Ofrecían un mapa moral que ayudaba a la gente a situarse dentro de un paisaje ético. Parece que las personas necesitamos que la moralidad esté vinculada y arraigada a una serie de lugares concretos e itinerarios específicos. Si nuestras categorías morales se limitan a flotar desvinculadas de la tierra, acabará llevándoselas el viento.

Este fragmento, perteneciente al capítulo dedicado a un pueblo abandonado del oeste de Australia, ilustra bien la riqueza de ideas en uno de los libros más interesantes que se pueden ofrecer al gran público, sea amante de la ciencia geográfica o no. Ese tono divulgativo y neutro —que tan bien consiguen los anglosajones, por otra parte— puede defraudar a quien busque algo más intenso o más underground, pero el hecho de estar traducido por Javier Calvo ya compensa en gran parte esa pequeña pega.

Breviario Mediterráneo

No me diréis que esta cubierta no es de lo mejor que habéis visto en mucho tiempo; el azul profundísimo como el mar que representa, el detallismo de embarcaciones y edificios, lo épico de la escena. Existen otras ediciones, también en castellano y por supuesto en otros muchos idiomas, aunque menos vistosas. El caso es que un libro excepcional como éste requería una cubierta excepcional. ¿Por qué lo es? El principal motivo: es la obra de un auténtico sabio, que además habla de su pasión, y no con conocimientos puramente librescos sino también con vivencias en primera persona.

El que escribe sobre el mar tiene sus razones para hacerlo. La ciudad en la que he nacido está cerca del mar Adriático, y su nombre se debe al viejo puente turco. Gracias a su posición y al río que la atraviesa ha adquirido su carácter mediterráneo. Un poco más lejos, yendo por el valle del río hacia el norte, se pierde.

(p. 100)

Este libro portentoso se escribió originalmente en croata, la lengua de una de esas culturas que a pesar de su relativa cercanía nos es desconocida a la gran mayoría. Gracias a Matvejevic la conoceremos algo mejor. Sin embargo no es un libro destinado al autobombo nacional ni mucho menos, sino más bien lo contrario: el Mediterráneo es presentado como el escenario de intercambios y hermanamiento que nunca debió dejar de ser. Aparece en estas páginas como un escenario total, en el que multitud de lenguas se han referido durante siglos a cosas que fundamentalmente eran las mismas.

La península Ibérica, en realidad, es más continente que península. Es la prolongación o el extremo de Europa, una u otra cosa, quizá ambas. El interior no es mediterráneo, como tampoco lo son todas sus costas. Los españoles no son un solo pueblo, pero para la mayoría España es su patria. Los Pirineos han hecho más para mantenerlos juntos que la voluntad de sus habitantes. Pasados diversos se ensamblaron en uno, historias diferentes se ligaron unas a otras. Desde el centro se luchó, sin alcanzar el éxito absoluto, para conquistar el país entero. España es la prueba de lo difícil que resulta eso y el precio que se paga.

(p. 115)

Cualquier aspecto que tenga que ver con el Mare Nostrum, desde la navegación y los portulanos antiguos hasta la pesca de esponjas o la comida tremenda es por ejemplo la receta de la sopa de piedra— aparecerá ante nuestros ojos, convertido no en una explicación académica ni una frivolidad periodística, sino en un glosario que es ante todo un canto de amor a este mar y sus costas,

Así que si alguien, en estos meses de verano y vacaciones, tiene intención de pasar unos días en las costas de este rincón privilegiado del mundo, no va a encontrar mejor lectura que el Breviario mediterráneo de Predrag Matvejevic. Lectura ligera en tanto que cualquiera puede entenderla, y sin embargo de una riqueza incomparable.

Los árabes no llevan el Corán en su hatillo. Y mucho menos los turcos y los albaneses. No he conocido ningún español o croata que saliera a correr mundo con la Sagrada Escritura. No me he encontrado en ninguna parte con emigrantes felices, pero he conocido a muchos que estaban felices de poder emigrar. Eso no es sólo una paradoja en el Mediterráneo.

(p. 298)

 

A peu amb Josep M. Espinàs

a peu per castella9788495616036-es-300

Feia una eternitat que no escrivia aquí, ho sé. El motiu no és que hagi abandonat la mania de llegir, ni molt menys, però sí que és cert que la majoria de les lectures que he fet els últims mesos no m’han semblat prou ressenyables. I quan m’ho han semblat no he disposat del temps o les ganes com per reflectir-les aquí. Què entenc per ressenyable? Doncs sobretot que sigui un títol més o menys recent, i que pugui donar peu a un comentari per part meva, ni que sigui breu. No sé si servirà de compensació però avui no vinc amb un llibre sinó amb dos. Dos llibres germans que de fet pertanyen a una família bastant nombrosa, i que en realitat no compleixen aquest criteri de la novetat i la innovació, en absolut, però que crec que cal rescatar justament pels motius contraris.

Estic parlant d’un autor familiar per gairebé tothom, en Josep Maria Espinàs. Un home que porta dècades publicant i que encara avui, amb 90 anys, es manté en actiu com un dels articulistes més venerables del país. La seva sèrie de llibres de viatges, A peu per… és ja un clàssic, una família ben nodrida que, potser de tan familiar, fa que no la valorem com cal.  En aquest cas he llegit dos volums, triats amb l’únic criteri que és que m’interessava especialment la zona que descrivien: la comarca de Las Villuercas, a Càceres, i les terres inhòspites de Sòria.

A peu per Castella i A peu per Extremadura es van publicar cap al tombant de segle, però el cert és que aquesta nissaga té els seus orígens a la dècada dels 50, quan l’Espinàs es va embarcar en un viatge pioner caminant pel Pallars i la Vall d’Aran. Un dels seus acompanyants llavors va ser Camilo José Cela, que havia escrit el celebèrrim Viaje a la Alcarria el 1948, precedent fonamental d’aquestes caminades escrites. L’Espinàs va reprendre aquesta literatura peripatètica passada la seixantena, i després d’uns quants títols dedicats a diferents indrets de parla catalana, s’aventura en terres castellanes, concretament per la província de Sòria. Defugint sempre el que pugui tenir un caire turístic o monumental, escull les contrades inhòspites, els poblets mínims, el páramo. Esmenta al principi el poc cas que han fet els escriptors catalans a Castella, que quan hi han anat ha estat en cotxe, perdent-se tots els detalls que només es poden copsar caminant.

JOSEP MARIA ESPINAS SUBIDO A CABALLITO ENCIMA DE CAMILO JOSE CELA

Espinàs damunt Cela (El Periódico)

A Sòria ja era en aquell moment una realitat més que palpable el problema de la despoblació: un silenci que ho inunda tot, carreteres i camins per on no passa ningú, dificultats per conversar amb algun habitant. El problema no ha fet més que empitjorar durant aquests anys, i ara tot just despunten veus crítiques que posen el focus en la urgència per posar solució a l’extinció definitiva d’un territori, d’unes formes de vida. Aquí vaig parlar de La España vacía de Sergio del Molino, però també hi ha llibres recents ben interessants com Los últimos, de Paco Cerdà, o Palabras mayores d’Emilio Gancedo, que aprofundeixen en aquesta realitat dramàtica.

Quan aconsegueix xerrar amb algú, Espinàs es meravella de la llengua —no hi trobarem cap prejudici, per part de ningú—, del caràcter, de les condicions de vida, sobretot passades. Van desfilant davant nostre topònims carregats d’essència: Garray, Vilviestre de los Nabos, Villaciervitos, Calatañazor. Els versos de Machado sobrevolen aquestes pàgines, i Espinàs en fa esment en més d’una ocasió, com una referència ineludible, igual que altres veus com la de Gerardo Diego o Dionisio Ridruejo.

El viatge A peu per Extremadura recorre les Villuercas i els Ibores, el sud-est de la província de Càceres proper a Guadalupe, i no mostra un panorama tan preocupant tot i que també hi ha pobles ben petits i alguna dificultat per allotjar-s’hi. La situació només ha millorat relativament en comparació amb els problemes que es trobaven els viatgers anglesos dels segles XVIII i XIX. Així i tot, el caminant hi troba places animades, avis als bars, carrers amb una certa vitalitat. A Castella s’intuïa, però aquí es fa palès un cert xoc cultural, que sovint és directament hilarant. La gent és bastant més oberta que a Castella, franca, xerraire, però sovint fa gala d’un sentit rural de l’humor, voluntari o involuntari, al qual l’Espinàs no pot respondre sinó amb desconcert. Trobem un cert nombre de graciosos, de gent especial, amb tirada a la facècia i al «chascarrillo», com l’ex-legionari que tenen per boig. També fa gràcia cada cop que li fan notar al viatger que és un avi igual que ells; amb la millor voluntat li recomanen dinar o sopar a la residència, i l’Espinàs ha d’acceptar el missatge implícit.

espinas-91

JM Espinàs, en aquest cas a l’Aragó (Vilaweb)

Les llargues caminades entre poble i poble es presten a descripcions de paisatges i escenaris, que no cansen en absolut sinó que són un dels atractius d’aquests llibres. Llegint-los, vénen moltes ganes d’agafar la motxilla i recórrer tots aquests pobles més o menys recòndits. Ja en aquell moment tenia un aire d’extravagància l’anar a peu, però és totalment cert que aquesta és l’única aproximació vàlida per viure un indret. El senyor Espinàs encara va recórrer algunes altres regions i en va fer llibres interessantíssims, d’un estil àgil i planer —oposat al barroquisme que, segons ell, les grans extensions provoquen en els escriptors castellans—. Però quin ha estat l’impacte d’aquesta producció literària?

Crec que no m’equivoco si dic que és un autor conegut i fins i tot estimat. Al favor del públic s’ha sumat l’interès dels estudiosos, com demostra un llibret d’Elisabet Armengol (l’autora en parla a bastament aquí). Ara bé, qui el llegeix? Capítol apart són els articles que des de fa anys i panys publica a El Periódico, articles on exerceix una llibertat total, prescindint de l’actualitat i parlant de les seves coses. La pregunta em va sorgir després de consultar un dels portals més populars entre la comunitat lectora, Goodreads. Allà, com podeu comprovar, els llibres del nostre autor estan sense pena ni glòria i molts ni tan sols hi figuren. Pot ser perfectament que els seus lectors no freqüentin Goodreads, però no deixa de ser una constatació trista. Així que aprofito ara per reivindicar la seva figura i la seva obra, tan poc de moda però que tantes coses ens pot ensenyar a tots plegats. Camineu per les seves pàgines, i segur que us vindran ganes de caminar com ell pels variats territoris del món.

 

Amb Alicia Kopf al pol

9788494508516

Qui és Alicia Kopf? Per mi era un nom que no situava fins que ha caigut a les meves mans aquest Germà de gel, amb el que l’autora ha guanyat el premi Documenta 2015. Qui s’amaga darrera aquest pseudònim ho anirem descobrint a mesura que ens endinsem en les pàgines d’aquesta novel·la transgènere —en paraules de l’autora— .

«Germà de Gel» Alicia Kopf Premi Documenta 2015 from Alicia Kopf on Vimeo.

Sobretot al principi, veurem una mena de divulgació dels grans noms de l’exploració polar de principis del s. XX: Scott, Amundsen, Shackleton… És una bona presentació d’aquella època daurada per a qui no la conegui, i per a la resta mai està de més recordar aquells episodis heroics. D’una manera tímida, però, veurem com comencen a aparèixer episodis i explicacions de la pròpia veu narradora, que per poc que sapiguem quatre dades sobre l’autora veurem que se situen en l’incert territori de l’autoficció. Quina relació tenen les expedicions antàrtiques amb la vida  d’una nena de finals de segle? Ben aviat trobem alguna pista del que se’ns proposa:

Que formal i poc heroica sembla aquesta conquesta d’Amundsen, feta de mesures continuades i correccions, com el mateix procés d’escriptura i edició d’un text…

Aquesta filla de pares separats, amb un germà autista —el que inspira el títol del llibre, malgrat no tenir tant protagonisme com es podria esperar— creix amb les ferides que ha deixat la situació familiar i decideix estudiar belles arts, primer, i després teoria de la literatura, just el mateix que l’Imma Ávalos/Alicia Kopf. Així que per acabar-ho d’adobar tenim que la nena ha estudiat dues carreres d’aquelles que en el nostre món tardocapitalista i cuñao ens diuen que no serveixen per res. Això donarà peu a les consabudes dificultats que agreuja el context de crisi: manca d’oportunitats, impossibilitat d’independència personal, incomprensió… Però la protagonista té recursos i se’n surt prou bé com per poder fer la seva vida i perseguir les seves metes. Després vindran les amargors del desengany amorós i altres penes, com també els dubtes sobre l’obra pròpia. La idea de fons, malgrat tot, ha agafat cos fa temps:

M’encallo sovint en aquest projecte. Davant meu no veig res; blanc. A sota sí, hi ha moltes coses. Xisclets de foques. ¿Era dels pols de què volia parlar? ¿O és només la imatge de la neu el que em fascina? Inestabilitat, desorientació, fred (fa calor), determinació. Sensacions que acompanyen els exploradors polars i també aquells que treballem amb el blanc. Perquè no m’interessen els exploradors polars per si mateixos, sinó la idea de recerca, de buscar alguna cosa en un espai inestable. M’agradaria parlar de tot això com a metàfora, perquè el que m’interessa és la possibilitat d’una èpica, una èpica nova, sense contrincants ni enemics; una èpica d’un mateix i d’una idea. Com la dels artistes i dels escriptors.

197

Alpha Decay ha publicat recentment edició en castellà

Tenim, doncs, un relat fragmentari que ens apropa els moments estel·lars de la conquesta polar i un altre de més personal i que va guanyant pes: l’autorretrat, personal i generacional. Una vida que pot assemblar-se a la de tanta gent de la seva generació, però que, a diferència de la gran majoria, assoleix sentit a través de la creació artística. I més que en la narració de grans peripècies personals —per això ja hi són Shackleton i companyia—, la fortalesa del text rau en l’abundància de reflexions, d’idees.

Les accions dels altres, i de vegades les nostres mateixes, ens són un misteri. Les narracions en tercera persona són tanques de seguretat. Els narradors omniscients, pura arrogància. Potser penso això perquè no sóc escriptora, només una exploradora de les meves possibilitats textuals, que són limitades.

En altres fragments com aquest, el lector trobarà davant seu un text que s’explica a sí mateix, en ocasions gairebé diríem que es vol justificar, potser per ser tan atípic i tenir un aire experimental. Però en qualsevol cas és d’una agilitat molt remarcable, i ens hi hem d’apropar amb la ment ben oberta, tenint present que l’autora és sobretot artista plàstica, que Germà de gel és part d’un projecte plàstic  més ampli i que, com ha dit l’autora recentment en una entrevista a BTV, regalant un dels pocs somriures que ofereix: Alicia Kopf tiene diez años.

Recorriendo la España vacía con Sergio del Molino.

Cub La Espa–a Vacia L17.indd

No hace mucho que, buscando cierta información sobre la villa de Medinaceli, me topé con el blog de Sergio del Molino. Una entrada suya explicaba el origen del inesperado monumento que tiene dedicado Ezra Pound en ese pueblo soriano. Pensé que se trataba de otro joven aspirante a escritor (del Molino, no Pound), pero lo cierto es que el artículo estaba bien escrito y demostraba no sólo cierta originalidad —ni Pound ni Medinaceli suelen ser trending topic— sino también un interés genuino en lo que relataba. El interés propio de un tipo que tiene un libro entero dedicado a esa enorme fracción del país despoblada y poco menos que olvidada: la España vacía.

En la librería me sorprende ver que un libro sobre este tema y que es más bien caro va por la segunda edición. Será por la alabanza de Muñoz Molina recogida en el fajín. Lo cierto es que una vez empiezo a leerlo se convierte en esos libros que uno siempre quiere tener cerca y sumergirse en él a cada rato. Realmente hacía falta un ensayo como éste. Una aproximación, un análisis, un homenaje a toda esa geografía que se extiende por todo ese interior peninsular que parece un mar de tierra.

8ac55316-8bb3-4b60-a6e2-3b0d03300569

La idea de partida es que esa España vacía es un país dentro de otro país. Su autor ofrece datos empíricos y, lo que es más importante, el bagaje de incontables incursiones en esa zona fantasmal fruto de su labor como reportero. Se puede decir que este ensayo parece nacido de la pasión por un paisaje más que de la intención de llegar a ninguna conclusión. Lo cual no es poco. Es, como reza el subtítulo, un viaje, «por un país que nunca fue». Seguramente esa pasión, ese origen situado en lo estético y lo personal, hace del libro una obra necesariamente dispersa, cosa que no es en absoluto un defecto, sobre todo si la variedad de intereses y referencias viene siempre de la mano del rigor y una bibliografía amplia. Ese placer de hablar de lo que a uno le apasiona se trasluce de una manera u otra.

Por estas páginas veremos desfilar a Buñuel y a Labordeta, a Gautier y a Joaquín Reyes, los hermanos Grimm y los hermanos Izquierdo. No podían faltar los clásicos del «tema de España»: Unamuno —que, como Buñuel, no sale muy bien parado—, Azorín, Valle-Inclán, Machado. También hay otros nombres fundamentales como el de Giner de los Ríos, Cossío y las Misiones Pedagógicas, a los que dedica un capítulo. Joaquín Luqui, el famoso locutor de Los 40 principales, sirve nada menos que para hablar del carlismo, fenómeno sin el que no se explican muchas cosas. En ese sentido el libro es esclarecedor, demuestra ser rico en ideas, y poco importa que éstas se articulen en torno a una primera persona que para nada estorba. Algunas opiniones o juicios de valor sí que aparecen de una manera más sibilina, cuando nos acercamos a nombres como el de Franco o a asuntos espinosos como los nacionalismos. Un buen rapapolvo dirigido a este lado más controvertido de La España vacía se puede leer aquí. Mi impresión es que Sergio del Molino llama a las puertas del colectivo de escritores serios y hombres de bien, y el tema de España es una excelente carta de presentación. Muñoz Molina, el del fajín, es un referente en ese campo, aunque no está en la mano de cualquiera escribir tan bien como él.

img_2446

Se puede leer como eso, como un ensayo sobre un tema hondo para españoles de pro. Y lo es, pero no se puede dejar de destacar el mérito de mezclar a Azorín con Muchachada Nui, a Don Quijote con Extremoduro. Todos estos nombres forman parte de ese país interior. Pero aún más interesante es que el autor comparta con todos nosotros los nombres nuevos —o no tanto, como Julio Llamazares— que se han acercado a esa realidad rural de España. Lo que del Molino llama el Gran Trauma, los éxodos migratorios de hace unas décadas, forman parte de la historia de millones de españoles, y es un tema, casi una llamada interior, que se abre paso en el imaginario de personas que no tienen por qué haberlo vivido directamente.

La construcción de identidades originales desde la ciudad con una mirada a los mitos heredados, que se reconstruyen y se reinventan con una libertad enorme. Es el estadio último de la descomposición de un país , una forma sutil y casi invisible de levantar una patria imaginaria.

Sergio del Molino, La España vacía.

Ese proceso de levantar una patria imaginaria puede que sea el principal relato que se explica en La España vacía. Otro sería sin duda la tensión campo/ciudad, pero la desintegración de gran parte del país y su sustitución por un relato mítico es una potente leyenda que pervive no sólo en círculos familiares, sino también en estas páginas que se leen con fruición.

img_2519

Cincuenta islas de Judith

Hace ya unos meses adquirí este Pocket Atlas of Remote Islands en la librería del CCCB, y desde el minuto uno supe que iba a convertirse en un pequeño tesoro, en uno de esos raros volúmenes que parecen hechos a medida, o por un alma gemela. Para alguien que ha pasado horas divagando por Google Earth, a menudo en busca de pequeños puntos de tierra en medio de la nada, este atlas es simplemente emocionante.

Nacida en 1980 en la RDA, Judith Schalansky también había cultivado esa afición a detectar islas en enormes mapas. Afirma en la introducción cómo, finalizada hace mucho tiempo la era de las exploraciones, hoy sólo nos queda viajar desde un atlas o desde Google Earth, sin salir de casa. Me consta que somos unos cuantos los aficionados a perdernos por mapas de sitios remotos en busca de las resonancias de cada lugar, sus historias, sus nombres exóticos. Pero hace falta algo más para elaborar un libro tan bello y único como éste, hecho por una historiadora del arte que reivindica los mapas como obras literarias.

El título que encabeza el prefacio, Paradise is an island. So is Hell, ya nos anuncia que muchas de las historias de estas islas están llenas de sufrimiento y de dolor. A los relatos de supervivencia y heroísmo se suman tragedias y calamidades, como el naufragio de un barco cargado de esclavos en una isla desierta del Índico. Sesenta personas encuentran una libertad nada apetecible en un banco de arena donde no hay nada.

img639

También están presentes, puesto que el atlas abarca todo el globo, unas cuantas de esas islas donde la desolación y el vacío abruman a los escasos intrépidos que han atracado en sus costas. Tal es el caso de las islas árticas y antárticas, muchas de ellas con evocadores nombres como Lonely Island, Southern Thule, Deception Island…

Quien esté interesado en sumarse a estas exploraciones librescas ha de saber que existe traducción al castellano en Nordica, y si prefiere la versión en inglés de Penguin (que también es una traducción) puede optar entre tapa dura y tapa blanda. La versión de bolsillo que tengo es una maravilla visual, por su mezcla de colores, el borde azul de las páginas y la alternancia entre mapas y textos. Una delicia para compensar que no quede ningún trozo de océano por explorar, pero sí pequeñas joyas como este libro que suponen de por sí un apasionante viaje.